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miércoles, 12 de junio de 2013

WORKAHÓLICOS: VIVIR PARA TRABAJAR



No hay duda: la adicción al trabajo se ha incrementado debido a la competencia en el mercado laboral y el deseo de obtener poder y mayor remuneración económica, a pesar de que ello afecta el bienestar físico y mental de quienes sufren este problema.
En los últimos años la cultura empresarial ha promovido, sutilmente, conductas adictivas hacia el trabajo, lo cual se refleja en el establecimiento de ciertos estímulos, como oportunidad de desarrollo, prestaciones superiores a las de la ley e incremento en la compensación económica. Las personas ven en ello la posibilidad de progresar, tener éxito y alcanzar mejor nivel de vida; no obstante, dejarse seducir sin límites por este mundo maravilloso tiene precio: vivir para trabajar.
“Quienes se entregan por completo a sus actividades laborales y son dependientes de las mismas necesitan estar metidos en su oficina para sentir tranquilidad y seguridad. Suelen cumplir jornadas de trabajo mayores a 12 horas y no pueden dejar nada pendiente porque les genera angustia”, comenta el Dr. José de Jesús González Núñez, quien se desempeña como director del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, ubicado en la Ciudad de México.
Cabe destacar que el problema que nos ocupa también es promovido por la sociedad, familia, amigos y nosotros mismos, pues desde temprana edad se nos enseña que ser una persona trabajadora es una gran virtud. En efecto, es un privilegio lograr desarrollo laboral, intelectual y económico dentro de nuestra área profesional, pero todo se torna caótico cuando el trabajo va más allá de ganarse la vida o realizarse, y se convierte en adicción capaz de ocasionar problemas físicos, personales, familiares y, paradójicamente, hasta laborales.
A la alza
Aunque no contamos con registros oficiales, los especialistas en Psicología y Medicina del Trabajo estiman que la cantidad de
workahólicos o adictos al trabajo se sitúa entre 1 y 7%. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de las poco más de 440 mil muertes ocurridas en 1997, las debidas a infarto (muerte de tejido en corazón o cerebro por falta de suministro de sangre) fueron 42 mil, siendo la obsesión por el trabajo uno de los detonantes.
Según el entrevistado, en México el problema se incrementa debido a factores como el hecho de vivir en lugar alejado del área de trabajo, pues ello impide, por ejemplo, regresar a casa a comer, lo que a su vez obliga al personal a tomar sus alimentos en la oficina mientras sigue laborando.
Puntualiza el experto: “En estas condiciones, la persona realiza sus actividades en forma automática y, gradualmente, reduce tiempos destinados a otras cosas, como comer. A esto se suma el problema de inseguridad, ya que la gente llega a sentir temor de salir a la calle y prefiere quedarse encerrada en el centro de trabajo”.
Por si fuera poco, la carencia de valores ideológicos, políticos, intelectuales y sociales favorece esta situación, en el sentido de que el individuo considera que la única alternativa que tiene en la vida es dedicarse a su trabajo, sin depender de nadie, cuando en realidad no es así. “En consecuencia, la persona se aísla, se vuelve narcisista y se siente autosuficiente, al mismo tiempo que sufre depresión, ansiedad, estrés y diversas enfermedades psicosomáticas (aquellas de origen mental y emocional, pero que se manifiestan en el organismo)”.
Dependencia existente
El trabajo resulta gratificante para un
workahólico o trabajólico, toda vez que le hace sentirse indispensable y querido. “De manera inconsciente, es como si quisiera sentir el afecto de los padres, el cual, en este ámbito, se traslada a los jefes o empleados, según sea el caso”, explica el Dr. González Núñez.
Tal dependencia responde a la relación mantenida desde edad temprana con los progenitores, ya sea que el vínculo haya sido demasiado estrecho o, si no lo tuvo, siempre lo haya deseado. Así, a través de esta conducta intenta encontrar cariño y amor filial en las personas que le rodean.
“Por tanto, en su centro laboral comienza a ver las actividades como satisfactores fundamentales y sus metas se centran en ser admirado y querido, tener poder y dinero, dominar y no dejarse someter. Sin embargo, tales motivaciones se convierten en conducta neurótica pues, aunque pase el tiempo y vea cumplidos sus objetivos, no se siente bien”, indica el especialista.
El proceso avanza en forma paulatina, hasta que la persona cae en especie de red y pareciera adquirir “motor autónomo” dentro de su personalidad, el cual se insubordina y le domina. Por tanto, se ve impedido de estar con su familia, hijos y amigos, o dedicar tiempo para sí mismo.
¿Soy workahólico?
Cuando alguna sustancia, actividad o conducta se vuelve trascendental en la vida, genera la convicción de que es imposible vivir sin ella y motiva el descuido de otras facetas, se puede hablar claramente de una adicción. Para mucha gente el lugar de trabajo, empleo y empresas son el centro de su vida, por lo que empieza a perder contacto con otros ámbitos y abandona, gradualmente, lo que sabe, siente y cree.
De acuerdo con los lineamientos de Workaholics Anonymous (adictos al trabajo anónimos), existen ciertos indicadores que permiten saber si una persona sufre este problema:
·         El trabajo constituye el centro de su vida y sólo desea hablar de él, amén de que le dedica más de 40 horas a la semana.
·         Lleva trabajo a casa en forma rutinaria y se molesta con la familia cuando le sugiere realizar otro tipo de actividades.
·         Experimenta angustia constante de perder el empleo si no le dedica “suficiente tiempo”.
·         Realiza varias cosas a la vez para “optimizar el tiempo”, como dar indicaciones, consultar la computadora y atender personas.
·         Piensa en el trabajo durante los momentos de esparcimiento, como reuniones familiares y fiestas con amigos, o al acudir al cine, museo y centros deportivos.
·         Escribe, lee o dicta sobre las situaciones laborales durante las horas de comida.
·         Duerme con una libreta bajo la almohada, “por si a media noche se le ocurre alguna idea brillante”.
·         Considera como propia la problemática de toda la oficina o empresa donde trabaja.
·         Busca afanosamente éxito, prestigio, consideración, popularidad y poder, aunque para ello tenga que empeñar su tiempo y tranquilidad.
·         Manifiesta baja tolerancia a la frustración, agresividad innecesaria y gran desaliento ante los fracasos.
·         Piensa que el dinero resuelve todos los problemas, incluso los de convivencia familiar, que requieren tiempo y amor.
“En principio, la dependencia puede ser tranquilizadora, pero en el fondo es angustiante porque se reduce el ambiente social debido a carencia de tiempo para enriquecer relaciones interpersonales; asimismo, no se dedican espacios para compartir con los seres queridos”, comenta el Dr. González Núñez.
Para quienes son dependientes del trabajo, considerar que hay tiempo para cada cosa, como reír, divertirse o descansar, puede resultar un “atentado”, ya que todos sus afanes están destinados al mundo laboral. Por si fuera poco, suelen incrementar (la mayoría de las veces sin necesidad) su jornada laboral y actividades, y si el tiempo en la oficina o empresa no les alcanza, lo toman del que dedicaban para dormir, convivir con amigos, atender a la pareja o educar a los hijos.
Cabe destacar que, en la mayoría de los casos, dicha adicción se acompaña de otras dependencias. Hay quienes fuman y toman café de manera compulsiva y/o consumen estimulantes para aumentar la capacidad laboral y mantenerse activos, o para conciliar el sueño.
¿Es enfermedad?
La adicción al trabajo es un fenómeno que comenzó a estudiarse hace relativamente poco. Así, aunque el llamado
workahólico ha existido siempre, fue a partir de la década de 1980 que comenzó a ser catalogado como enfermo, debido a las repercusiones de su conducta en la vida personal y, por supuesto, la salud.
La Dra. estadounidense Barbara Killinger indica en su libro La adicción al trabajo que este problema, al igual que las demás dependencias, supone alejamiento del mundo real. Esto significa que la persona se siente estimulada y relajada durante ese periodo; escapa de situaciones que no sabe controlar y se refugia en su adicción para seguir adelante, ya que enfrentarse a la realidad le resulta muy cruel; por esta razón, generalmente utiliza el trabajo para esconder, negar y escapar de problemas personales.
La consecuencia es que se presenta creciente compulsión por trabajar, dentro de la cual hay que aumentar “la dosis” (horas de trabajo diarias) continuamente. Ello tiene la intención de obtener el mismo efecto estimulante de la actividad sobre el estado de ánimo, pero el resultado es muy distinto, ya que la vida de la persona afectada se torna cada vez más difícil de manejar.
“El organismo también pasa una factura muy cara, pues surgen enfermedades que afectan sistemas y órganos donde el estrés, el miedo y la angustia hacen estragos, como estómago, corazón y piel. Así, no es extraño que la persona se vea afectada por gastritis y úlcera (inflamación y aparición de lesiones en el estómago, respectivamente), infarto, presión arterial elevada o dermatitis nerviosa (enrojecimiento de la piel y granos), padecimientos que provocan otros problemas, como dolor de cabeza, ceguera pasajera, parálisis y ardor en la piel, entre otros”, advierte el Dr. González Núñez.
En estos casos se recomienda terapia psicológica, la cual puede ayudar a rehacer y equilibrar la vida. Lamentablemente, este proceso puede resultar doloroso y difícil, pero al superar el problema es posible autorrealizarse y seguir libremente la vida en plenitud. Así lo establece un trabajo publicado por el Departamento de Psicología Evolutiva, Educativa, Social y Metodología de la Universidad Jaime, de Castellón, España.
“En nuestra vida, generalmente, debe haber equilibrio entre lo laboral, emocional, mental, familiar y social. Por tanto, es necesario que la persona adicta al trabajo reflexione y se vuelva consciente de que está desperdiciando su vida, además de que debe expresar a sus seres queridos cuáles son sus angustias y problemas. En este contexto es de gran valor la psicoterapia, ya que ayuda a concientizar problemas, hablarlos y resolverlos”, puntualiza el especialista.
Si se ha identificado con alguna o varias de las características mencionadas, propias de un workahólico, es tiempo de reflexionar y valorar el verdadero sentido de su vida. Retome e incremente las actividades recreativas, pues le permitirán despejarse y olvidar por momentos el trabajo, antes de que éste se adueñe de su ser.

ATEROSCLEROSIS, DIRECTO AL CORAZÓN Y CEREBRO



Se estima que la tercera parte de los mexicanos mueren de enfermedades derivadas de la aterosclerosis, padecimiento que genera problemas en corazón y cerebro. La edad es uno de los factores que inciden en su desarrollo, por lo que hay que emprender medidas preventivas, sobre todo si se piensa que para el año 2020 habrán 15 millones de ancianos.
Actualmente, existen cinco millones de mexicanos mayores de 60 años de edad, cifra que en 20 años se triplicará. La Asociación Mexicana para la Prevención de la Aterosclerosis y sus Complicaciones (AMPAC) contempla que para esa fecha también se incrementará la tasa de enfermos de diabetes, hipertensión arterial y obesidad, además, habrá mayor tendencia al sedentarismo y estrés, todos ellos factores desencadenantes de aterosclerosis, padecimiento que puede aparecer desde edad temprana e irse desarrollando en forma silenciosa durante muchos años, hasta que se hace presente en un infarto del corazón, por ejemplo.
¿Qué es?
En las paredes de las arterias suele acumularse colesterol y residuos de células musculares y sanguíneas, así como calcio, ocasionalmente, dando origen a lo que se llama ateroma, que de alcanzar un tamaño que dificulte el paso de la sangre produce aterosclerosis.
Este ateroma puede formarse en cualquier arteria, pero usualmente se encuentra más en las denominadas coronarias (las que llevan sangre al músculo del corazón), en la arteria aorta (la más grande del cuerpo), y en las del cerebro y extremidades, sobre todo muslos y piernas.
Cuando la placa ateromatosa tapa parcial o completamente las arterias, provoca disminución o ausencia total del flujo de la sangre, lo cual ocasiona que los órganos no reciban suficiente oxígeno para poder trabajar o no lo tengan en absoluto (oclusión completa), produciéndose la muerte de las células. Esto último es lo que se llama infarto y, como se ve, puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo en donde la sangre deje de circular. Es así que se producen infartos en corazón, cerebro, ojos, intestinos, piernas, etcétera.
Para que se presente la aterosclerosis hay factores que inciden notablemente, como la herencia de los padres, sufrir tensión arterial alta, diabetes u obesidad, tabaquismo, tener una vida sedentaria y bajo constante estrés. Igualmente peligroso es seguir una dieta rica en grasas y colesterol, presentes en:

·         Carne de res.
·         Tocino y chorizo.
·         Piel del pollo.
·         Mayonesa y mantequilla.
·         Aderezos.
·         Yema de huevo.
·         Vísceras (hígado, sesos, riñones, panza).
·         Barbacoa (carnero).
·         Birria (chivo).Quesos Procesados (manchego, Chihuahua, asadero).
·         Mariscos (camarones, ostiones, moluscos).
Corazón y cerebro
Se llaman enfermedades cerebrovasculares a la muerte de una porción de tejido cerebral debido a problemas en su flujo sanguíneo, ya sea producto del taponamiento (denominado isquémico) o del rompimiento de una arteria (nombrado hemorrágico).
La aterosclerosis es la causante de este tipo de problemas, así como de padecimientos cardiovasculares, como angina de pecho, infarto al miocardio (tejido muscular del corazón) o muerte súbita.
Es por ello que resulta de gran importancia practicarse periódicamente un chequeo médico, incluso en los niños, además de hacer ejercicio, controlar la presión arterial, la forma de fumar y el exceso de peso. En cuanto a la alimentación, se recomienda que sea lo más natural posible, tomar al menos 2 litros de agua diariamente y aumentar la ingestión de fibra. Procure consumir regularmente:
·                     Leche y yogurt natural.
·                     Frutas y verduras.
·                     Pan, tortillas, cereales y galletas (de preferencia integrales).
·                     Clara de huevo.
·                     Quesos frescos (panela, cottage, fresco y requesón).
·                     Pollo sin piel.
·                     Carne roja sin grasa.
·                     Pescado.
·                     Carnes frías de pavo (una vez por semana).
·                     Pasta.
·                     Papa y elote.
·                     Cereales.
·                     Leguminosas (fríjol, lentejas, habas y soya) .
·                     Aceites vegetales, como el de maíz, girasol, canola, oliva y cártamo, por ejemplo.
·                     Azúcares (con medida).
La primer medida puede ser cuidar lo que comemos diariamente y, poco a poco, trabajar en los factores restantes, sin esperar a que la edad nos complique los problemas.

ORTOREXIA: OBSESIÓN POR COMER SANO



La enfermedad de moda en Estados Unidos se llama ortorexia, que no es más que un trastorno alimenticio (al igual que anorexia y bulimia) en el que hay obsesión por comer sólo alimentos sanos. Aunque parezca paradójico, esta manía puede rozar el peligro si excede los límites de la cordura.
Desde hoy puede agregar a su diccionario personalizado el término "ortoréxico", y con él puede usted identificar a quienes de manera obsesiva tienen la emergente necesidad de alimentarse únicamente con comida sana, y si no es así prefieren no hacerlo. Definitivamente deciden pasar hambre a comer alimentos "impuros", como grasas o carne en cuyo proceso hayan intervenido pesticidas o herbicidas o cualquier otra sustancia artificial que pudiera afectar su organismo.
El prejuicio lleva a quienes padecen este trastorno a dejar de acudir a restaurantes e incluso a casas de familiares y amigos por miedo a lo que les ofrezcan de comer. Cuando trascienden un nivel como éste, el sentimiento de culpabilidad lleva a dietas más estrictas e incluso al ayuno.
Así, la ortorexia no pareciera significar un problema, pero sí lo es cuando la persona no hace lo posible por sustituir los alimentos que rechaza por otros que le aporten los mismos complementos nutricionales. Entonces, las fuertes restricciones que se impone produce carencias de vitaminas, minerales y proteínas, hecho por el cual empiezan a padecer hipotensión (presión arterial baja) y osteoporosis, entre otros padecimientos.
¿Nuevo trastorno alimenticio?
Ortorexia deriva de la palabra griega orthos, que significa justo. Pero es hasta hace unos años que médicos e investigadores contemplaron la posibilidad de considerar este problema como trastorno relacionado con la alimentación, como lo hicieron no hace mucho con anorexia y bulimia. No obstante, los signos y síntomas característicos de éstos últimos padecimientos se refieren a la cantidad de comida que se ingiere, en tanto que en la ortorexia se pone más atención a la calidad de los alimentos.
Quienes se ven más afectadas son mujeres jóvenes, influenciadas por declaraciones de actrices o modelos famosas que pregonan su defensa por lo natural, o por ciertos medios de información que irresponsablemente difunden datos que llaman la atención sin profundizar en los problemas a la salud. Ejemplo de ello es la ola de noticias que en Europa se publicaron en torno al tema de las "vacas locas" o los alimentos transgénicos, que al parecer dieron pie a extremar los cuidados en lo que se come.
Los investigadores en el asunto indican que las justificaciones utilizadas por los ortorexicos para adoptar este tipo de alimentación suelen ir desde posturas ideológicas o religiosas hasta creencias irracionales, propias o provenientes de voceros con poco fundamento científico.
La comida que se permite debe ser orgánica, sin conservadores ni colorantes, como vegetales o frutas, que deben comerse crudos; se dejan fuera grasas y carnes. También son parte del ritual obsesivo la forma de preparación -verduras cortadas de determinada manera- y los materiales utilizados -sólo cerámica o madera, por ejemplo-. Como se puede ver, los ortoréxicos suelen pagar precios altísimos por seguir estas normas.
Debe quedar claro que no entran en la categoría de enfermos de ortorexia quienes siguen dietas vegetarianas o macrobióticas (cuya intención es, sobre todo, evitar comer carne y sus derivados). Para ser considerada un problema, la actitud ante la comida debe implicar un efecto nocivo sobre la vida; lo que sucede en el caso que hemos tratado es que se torna en problema cuando el obseso prefiere quedarse con hambre antes que comer algo que no cumple con sus expectativas en cuanto a calidad, cuando pasa día y noche planificando la dieta, evita a quienes comen de manera diferente o tiene discusiones acerca de lo que es o no conveniente comer.
Nuestra información no pretende influir en su juicio sobre lo que debe comer, simplemente se trata de mostrar la realidad de una situación que empieza a tener gran número de seguidores en algo que puede poner en riesgo la vida; usted tiene la última palabra.